Diez años después...

A punto de cumplir diez años en el poder, la clase política gobernante deja mucho que desear en cuanto a la solución de los problemas que aquejan a los venezolanos.

Los estudios de opinión pública señalan que desde hace varias décadas la población muestra preocupación por un elenco de problemas que hasta el momento no solo no se solucionan sino que más bien tienden a empeorar. La incapacidad de la clase política anterior para conseguir solución a asuntos como la criminalidad, el alto costo de la vida, la calidad de los servicios públicos, la escasez  y la falta de vivienda, por ejemplo, llevó a los venezolanos a sustituirlos.

Se decía en ese momento que nada podía ser peor que lo que se estaba viviendo. La sucesión de gobiernos incompetentes llevaron a la gente a jugárselo todo y votar por un candidato carismático que retomaba las ofertas populistas de la Venezuela petrolera y que además prometía castigar a quienes habían usufructuado los recursos del país.

El nuevo gobierno comenzó con mucho ímpetu un proceso de transformación política que despertó muchas expectativas. El proceso constituyente de 1999 llevó a que más del 80 por ciento de la población pensara que la nueva constitución solucionaría los problemas del país.

Esta actitud nos permite observar al venezolano como un actor políticamente iluso. Una persona capaz de creer que el solo cambio de la carta fundamental de la nación era suficiente para superar los problemas que le aquejaban.

Casi diez años más tarde, con una nueva clase política al poder, nos encontramos en una situación preocupante desde el punto de vista de esos problemas que le importan a los venezolanos.

La criminalidad ha aumentado dramáticamente para convertirse en un asunto que preocupa a mucho más de la mitad de la población. El déficit de la vivienda no ha hecho sino aumentar. La inflación devora el poder adquisitivo de los venezolanos. La falta de planificación se traduce, entre otras cosas, en no contar con suficiente energía eléctrica para asumir proyectos de envergadura. Las nacionalizaciones han comenzado a manifestarse en una merma de la calidad de los servicios. En Movilnet es común que no haya sistema, el INTTT sufre del mismo mal.

La militarización de la política y de la administración pública ha hecho del aparato gubernamental un ente incapaz de solucionar problemas y muchos menos de plantear rutas de desarrollo y crecimiento.

En este blog pretendo hacer un inventario de hechos, actores y elementos que nos ayuden a comprender: ¿A dónde va Venezuela? 

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