Libreto manido
Es evidente que las variables que sigue la sala
situacional de Miraflores bajo la estrecha supervisión cubana se encuentran en
su conjunto en valores adversos al gobierno. Solo basta ver la cantidad de
protestas y manifestaciones que se dan todos los días a lo largo y ancho del
país, para notar que el descontento con la pésima gestión del presidente Chávez
sigue creciendo.
Casi todos los problemas a los que los
venezolanos le atribuyen importancia se encuentran sin solución. La mayoría de
ellos peores que en 1998 y muchos peores que en 1992. Ante la percepción
creciente de que este gobierno carece de la capacidad necesaria para enfrentar
estos asuntos y disminuir el impacto negativo que sobre la calidad de vida de los
venezolanos, se apela al libreto manido de la desestabilización.
Según este libreto, nuestra clase política
gobernante está compuesta por una serie de superdotados que no son comprendidos
en la gran inteligencia de sus propuestas y por lo tanto resultan saboteados
por unos malucos conspiradores aliados del imperio que no los dejan trabajar.
Se hace necesario para estas mentes brillantes
culpar a otros. Fabricar una lista de enemigos a los cuales responsabilizar de
que la policía no tenga la capacidad de combatir la criminalidad y que el
ministro de interiores sea un incompetente que ni una carta de renuncia sabe
redactar. ¿Qué dice el libreto? Cúlpese a los medios de crear una sensación
artificial de zozobra. No le importe que en Venezuela ya todo el mundo conozca
a alguien que ha sido de una forma o de otra víctima del delito. Use todos los
medios del estado y algunos voceros tipo jefe de policía para que digan que si
a usted lo roban, atracan o asesinan es por su culpa. ¿Quién lo manda a andar
en la calle? ¿Por qué tiene que tener ese celular? ¿Y esos zapatos?
Algo similar ocurre con el problema de los
apagones. En vez de aceptar que no planificó para el crecimiento de la demanda,
pídale al ministro Giordani (¡Ingeniero electricista!) que diga que el problema
es que la calidad de vida de la gente mejoró y eso trajo como consecuencia que
aumentara el consumo eléctrico. Eso nos lleva a concluir que el ministro de
marras, de planificación sabe poco tendiendo a nada. Mientras tanto la gente
sufre el doble castigo de la incompetencia indolente: apagones y multas por
consumo de energía. Esa variable debe tener locos a los expertos de la sala.
Otra variable que los tiene apurados es el del
desabastecimiento. Las familias se organizan para ir a varios establecimientos
en procura de las cosas que quieren adquirir para el consumo familiar. Este se
ha convertido en un problema del que solo se puede culpar a un gobierno que se
ha empeñado en aumentar su área de incompetencia interviniendo cada vez más en
la economía. El desabastecimiento se extiende a la construcción con la falta de
cabilla y cemento por ejemplo. A la industria automotriz con la falta de
repuestos. ¿Qué dice el libreto? Acuse a los especuladores, cierre unas
ferreterías, amenace a los dueños de abastos. Meta miedo, suelte al Indepabis y
todo su corte de esbirros incompetentes. Promulgue una ley de control de
precios. ¿Resuelven estas medidas el problema? Ni de lejos. Por el contrario,
la empeoran. Y en sala situacional reina el desconcierto.
Ante la desconfianza generalizada que en
materia económica generan las políticas del gobierno y que producen fuga de
capitales, inflación, desinversión, sub empleo y muchos otros males, el libreto
manido sugiere recurrir al anti patriotismo, traición, capitales cobardes, etc.
La gran medida: el control de cambio. Una política discriminatoria que acentúa
de una forma brutal las brechas que existen en la sociedad. Una política que no
ha logrado el objetivo central que era evitar la fuga de capitales y la
reducción de las reservas. Una medida anticuada que solo pone en evidencia la
incapacidad de Chávez y sus genios de la economía para generar confianza. Una
medida que hace que el Bolívar nunca fuerte carezca de valor real de
intercambio.
Pero a pesar de todo lo que se hace en materia
mediática, la gente sigue inconforme. No se hace posible que la gente aprecie
la gestión del presidente en estos y otros puntos sensibles. Y, en medio de
todo este desastre impúdico, se baja la oposición con una tarjeta unitaria y
unas primarias para escoger a su candidato. Los cerebros de la sala situacional
comienzan a fundirse. Si no detenemos a esos malucos de la oposición, nos ganan
las elecciones. Hay que apelar nuevamente al manoseado y estrujadito libreto.
¿Qué sugiere al respecto?
Métase a la oposición en un solo saco.
Tíldesele de lacayos del imperio. Dígase que planean un golpe. Que le calientan
las orejas a sectores de las fuerzas ruso armadas. Que atacan a las
instituciones. Que se sienten perdidos.
Pídasele a Chacón XXI que diga que el
presidente va como un cohete hacia los diez millones de votos. Que sube, pero
que no es por su enfermedad sino porque conduce uno de los gobiernos más
maravillosos que recuerda la república.
Como las cosas están muy fregadas se le pide
auxilio a los extra terrestres. Aparece algún marciano o algún lunático a decir
que la oposición es un nido de alacranes, que no se quieren, que se van a matar
entre ellos.
Lo cierto de todo esto es que el presidente
Chávez sabe que su gestión es de lo peorcito. Que se puede resumir en una cuña
de treinta segundos que transmiten obligadamente los canales nacionales. Que si
la campaña se centra en discutir su gestión está total e irremediablemente
perdido. Eso explica el espectáculo de hoy en la Asamblea Nacional y el accionar
de organismos del estado.
Este es el juego del gobierno. Está cantado. El
libreto manido del golpismo, del imperialismo, del manicurismo, etc., etc. y
demás. Y sin embargo, la campaña girará en torno a tu gestión Hugo. A los
ministros que te rodean. A la incapacidad de combatir esos problemas que en
1998 juraste resolver.
El libreto manido ya no surte efecto. Te
recomiendo que te pongas a trabajar. Que destituyas a algunos ministros
(comienza por Giordani) que supervises lo que ordenas. Solo así tendrás alguna
probabilidad de evitar el voto castigo que pende sobre tu gestión.
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