El voto es secreto
Una
de las instituciones que se ha visto más comprometida a lo largo de los últimos
años es el secreto del voto. El mismo es un derecho inalienable de los seres
humanos. El poder expresarse sin que esa opinión sea conocida es garantía de
que las personas se sentirán libres de amenazas o represalias por la decisión
que tomen. Es la seguridad de una decisión soberana tomada desde el
convencimiento individual.
Son
muchas las razones que han influido en la percepción, y a veces convencimiento,
de que su voto puede ser conocido y que ello le podría traer consecuencias
indeseadas de índole laboral, familiar y hasta en el acceso a los servicios
prestados por el gobierno nacional. Todo esto se origina en la creación de una
lista de todas las personas que firmaron solicitando el referéndum revocatorio
del mandato presidencial otorgado en las elecciones de 2000. Lastimosamente,
este listado fue usado por funcionarios de instituciones públicas para despedir
trabajadores o para bloquear su contratación. Estas represalias fueron de tal
magnitud que el asunto adquirió rango de tema relevante para la opinión
pública.
Es
cierto que se cometió el atropello de hacer pagar a personas con sus puestos de
trabajo o su posibilidad de ser contratado por ejercer el derecho
constitucional de solicitar la revocatoria del mandato presidencial. Esta
condenable práctica degeneró en otra todavía más cuestionable: hacer depender
del voto el acceso a servicios prestados por el gobierno bajo la falsa premisa
de que se puede saber por quién se vota.
Es
necesario puntualizar que la lista que uso el gobierno para atentar contra los
derechos de los firmantes no era secreta. Que tampoco fue construida a partir
de un proceso electoral. Ha interesado a políticos inescrupulosos hacer creer a
la gente el voto se puede conocer. Ha sido política de funcionarios no hacer
énfasis en el secreto del voto.
Los
excelentes técnicos que han auditado el proceso electoral dan fe de la imposibilidad
de que nadie sepa por quién voto una persona. Eso debe ser difundido por todos
los entes del Estado interesados en el proceso electoral. Los partidos
políticos y las organizaciones electorales deben hacer campaña para que los
venezolanos recuperemos la fe en nuestra capacidad de expresarnos libremente a
través del voto en la seguridad de que no tendremos que enfrentar contratiempo
alguno por ello.
Se
debe aplicar todo el peso de la ley a quien trate de hacer creer que puede
saber su voto. Ese acto constituye una violación de los derechos humanos de las
personas y por lo tanto es condenable e inaceptable. Una cruzada por la
recuperación de la confianza en el voto debe ocupar buena parte del tiempo de
todos los actores políticos que participen en los procesos electorales a celebrarse
en nuestro país este 2012.
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