Ordenando las Encuestas
El uso de resultados de encuestas como
instrumento de campaña electoral está llevando a esta herramienta científica a
perder el prestigio de cual ha gozado desde su aparición como instrumento de conocimiento
y evaluación de la opinión pública venezolana.
Durante los últimos años hemos asistido a un
intento de usar los resultados de las encuestas como un mecanismo mediante el
cual se quiere construir una agenda que haga entrar a los medios en consonancia.
Es decir, desde un programa de televisión se lanzan resultados que después son
presentados y analizados por los distintos medios de comunicación. Tal grado de
difusión hace sentir a las personas que los datos presentados son válidos
independientemente de la calidad del trabajo de campo, la fuente de los mismos
y el método usado. El propósito final de quienes promueven este proceso de
creación de una idea generalizada es el de crear una espiral del silencio según
la cual, quienes son favorecidos por los resultados se sientan exultantes y
gratificados mientras que los que no, se refugien en el silencio.
Ante tal bombardeo de números que dan
resultados diferentes y que solo ayudan a aumentar la incertidumbre del
público, el Consejo Nacional Electoral (CNE) ha decidido intervenir con la
finalidad de lograr que las compañías encuestadoras se registren ante este ente
comicial y presenten la ficha técnica de los estudios antes de proceder a su
publicación a través de los medios de comunicación.
Esta medida resulta controversial porque luce
como si fuese una intervención en una práctica profesional y además de parecer
coartar el ejercicio de la libertad de expresión. Es por eso que hemos visto
posiciones que frente a la medida aplauden la necesidad de monitorear el
cumplimiento de extremos de carácter científico a la hora de realizar los
estudios, al tiempo que se expresan preocupaciones por lo que se pudiera
convertir en una alcabala a la libertad de expresión.
En todo caso, es necesario insistir en la
importancia que tienen las encuestas para los ciudadanos. Son como una especie
de mapa que los ayuda a ubicarse en el complicado espacio de las posiciones
políticas. Su objetividad debe ser un asunto fuera de todo cuestionamiento.
Lo ideal sería que las empresas que trabajan en
el mercado de encuestas se agruparan con la finalidad de definir las mejores
prácticas que se debieran asumir para realizar estudios de campo que le
suministren al ciudadano una verdadera guía del estado de las preferencias
tanto políticas como electorales de la población venezolana.
El registro de empresas en el CNE con la
finalidad de poder hacer públicos sus resultados a través de los medios de
comunicación debe ser observado con detenimiento. Por un lado con el deseo de
que redunde en la adopción y práctica de los métodos adecuados a nuestra
realidad y por el otro, sin convertirse en cortapisa a la libertad de expresión
de los profesionales del área.
José Vicente Carrasquero A.
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