Develando la conspiración


Muy orondo apareció el presidente la Asamblea Nacional, en su semanal programa que financiamos los venezolanos, comentando una conversación privada entre dos ciudadanos a quienes la Constitución les garantiza el secreto de sus comunicaciones. No explicó el ancla del bodrio televisivo el origen de la grabación que uno debe suponer respaldada por una orden judicial y además amparada por el secreto procesal. Es entonces claro que estos dos sujetos terminan siendo el objetivo de una conspiración para oír lo que pudieran decir en cualquier momento y que los conspiradores puedan usar la conversación para mal ponerlos ante el público. Por ahí ya va una conspiración urdida y puesta en marcha por quienes tienen el deber de garantizar los derechos de los venezolanos.
El asunto no se queda allí. Los ciudadanos de nuestra maltratada patria son víctimas permanentes de conspiraciones que tienen sus orígenes en el alto poder. Por ejemplo, los que fingen dirigir los asuntos económicos tienen como prioridad máxima, cumplir con el pago del capital y los intereses de una deuda contraída con propósito desconocido. Y es una conspiración porque esa decisión atenta directamente contra el soberano que no fue consultado sobre la contratación de esa deuda y ahora tiene que asumirla en escasez, devaluación, pérdida del poder adquisitivo e inflación. En otras palabras, para la humanista nomenclatura del régimen es más importante atender a los acreedores nacionales e internacionales que garantizar un flujo de divisas que permita el funcionamiento moderno y adecuado de la economía.
Este gobierno, producto tal como lo sostiene el padre de la creatura, de las conspiraciones que llevaron al lamentable 4F del 92, sigue montado en maquinaciones e intrigas para llevar a cabo su plan hacia el desastre. Uno de estos complots consistió en ir ahorcando paulatinamente al empresariado venezolano hasta reducirlo a su mínima expresión. Y el objetivo de tal urdimbre no puede haber sido otro que sustituir al productor nacional por el extranjero al que le pagan en dólares a cambio de jugosas comisiones que explican la inmensa cantidad de nuevos ricos que exhibe la Involución del siglo XXI.
Y por aquello de estar permanentemente montados en una conjura contra el pueblo, armaron a grupos de supuestos seguidores para tener un cuerpo paramilitar que defendiera el proceso político. Esta conspiración explica la cantidad de armamento de guerra en manos de civiles que los usan para delinquir o para imponer su ley en distintos territorios. Como producto de esta irresponsable actuación, hoy miles de familias lamentan la pérdida de uno de sus miembros. Es esta misma trama la que permite tener un país sui generis en el que los grupos delictivos están mejor armados y disponen de más recursos que las policías de un país con inmensas riquezas en el subsuelo.


No es otra cosa que una conspiración la que ha puesto en tela de juicio nuestra demanda sobre el Esequibo. Un contubernio entre Fidel Castro y Hugo Chávez para echar al olvido nuestra reclamación, buscaba consolidar las relaciones exteriores del comunismo cubano en el Caribe y América Latina. Se pensaba que con esta traición a los derechos venezolanos sobre esos vastos territorios se garantizaba la continuidad del proceso revolucionario. Una vez más, la victima de esta conspiración termina siendo un pueblo que puso sus destino en unas manos que no eran dignas de confianza, tal como ha demostrado el devenir de los hechos.
Se conspira permanentemente desde un CNE que no cumple con el mandato constitucional de generar confianza a los venezolanos. Es más que sabido que la gente desconfía de una dirigencia burocrática que no esconde su simpatía por el gobierno de turno. Que hace todo lo que está a su alcance para impedir que el proceso electoral sea debidamente observado, que ha permitido el vicio del voto asistido a personas que evidentemente no necesitan tal ayuda, que no pone freno al uso corrupto de los bienes de la nación al servicio del partido gobernante. Nuevamente, la victima de semejante intriga resulta ser el pueblo soberano al que se le irrespeta permanentemente.
Termina siendo una asquerosa conspiración poner presos a políticos y a ciudadanos por expresar su oposición al gobierno que más ha merecido críticas en la historia del país. Es así como se inventan juicios insostenibles para sacar del medio a personas que pudieran terminar promoviendo y capitalizando el descontento contra el peor desempeño de gobierno en todo el hemisferio occidental. Conspiración que empantana a esos poderes que supuestamente se crearon en 1999 para defender a todos los ciudadanos por igual.
Y es que no podía ser de otra manera. La precaria clase política llega al poder a caballo de multitud de procesos conspirativos. Chávez permanentemente se vanagloriaba de todas las conspiraciones en las que había participado. Y típico de su poca catadura moral, calificaba de conspirador a cualquiera que osara levantar la voz frente a su autoritarismo.
Fue por la vía de la conspiración que un gobierno electo en las urnas terminó siendo una vulgar dictadura con ínfulas de izquierda pero de claras expresiones fascistas. Por la vía de la conspiración pretende permanecer en el poder. Pero, el pueblo ha despertado y todas las encuestas indican que tiene una factura que presentar el 6D.

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