Venezuela sufre en dictadura (I)
José Vicente Carrasquero A.
Quienes me conocen saben que puedo ser
considerado un moderado en términos de la política venezolana. Aunque sé que no
lo logro, trato que mis análisis sean lo más equilibrados posibles para
maximizar la probabilidad que el lector llegue a su propia conclusión con la
menor influencia posible de mi parte.
Dicho esto, pienso que los venezolanos
debemos proclamar ante el mundo que sufrimos una dictadura feroz y descarnada
que no se ocupa siquiera de demostrar un cierto grado de humanismo con al menos
los familiares de aquellas personas que han muerto por enfermedades que la
desidia gubernamental no ha permitido tratar.
Una vez derrotados en las elecciones del
6D, los chavistas junto a sus jefes cubanos comenzaron a urdir la manera de
secuestrar la victoria opositora y someter a la mayoría a los intereses de una
cúpula corrompida que ve en la pérdida del poder un camino que conduce a muchos
de ellos a prisión.
Es así como el anti democrático e
innombrable ex presidente de la Asamblea Nacional, desconociendo que carecía de
todo legitimidad, continua con el nauseabundo proceso de nombramiento de unos
jueces del tribunal supremo que sustituirían a aquellos que habían sido
obligados a jubilarse por órdenes superiores. He aquí un indicador de clase
política dispuesta a romper cualquier regla de juego con tal de garantizar de
cualquier forma no salir del poder.
Una revisión somera del los historiales de
vida de algunos jueces demuestra que no cumplen los requisitos para ocupar esos
altos cargos del Estado. Eso los hace rehenes de quienes lo nombraron y los
pone en la situación de dictar las decisiones que mejor beneficien a la cúpula
gobernante. Jueces que antes ocuparon cargos gubernamentales de confianza del
presidente de la república, jueces que fueron diputados del partido de gobierno
y que además no tienen las calificaciones requeridas para el ejercicio del
cargo.
Este elemento, a mi entender, ayuda a explicar la dictadura
que estamos sufriendo. Un mediocre diputado que nunca ejerció como abogado, sin
las credenciales requeridas, despacha de un plumazo que el mejor sistema
electoral del mundo no es tal y suspende la elección de diputados del Estado
Amazonas. Caso que duerme el sueño de los justos sin pronunciamiento de los
poderes.
El Consejo Nacional Electoral, tan peleado
por Chávez como necesario para que esa institución no dependiera de los
intereses de los partidos políticos terminó en el triste papel de secretaría
del PSUV. El CNE y sus funciones han sido expoliados por una camarilla de
individuos políticamente corrompidos que solo ven en esa dependencia un mecanismo para dilatar
el momento en el que tendrán que rendir cuenta ante la justicia.
Volviendo al TSJ y al sistema judicial en
su casi totalidad, vemos como las personas son apresadas y privadas de libertad
por el tiempo necesario para que se inventen los casos en su contra. Venezuela
se ha llenado, tristemente, de presos políticos. De los que el gobierno
necesita para justificar ante los poco sensitivos dirigentes de otros países
las tropelías que comete en una falsa acción de defensa de la inexistente
democracia venezolana.
El caso de Maduro es verdaderamente
patético. A un individuo sin preparación alguna para el cargo que desempeña y
con ausencia total de carisma no le queda otra que usar la vieja quincalla
cubana de decir que usará las armas y las fuerzas armadas para defender la paz
en Venezuela y combatir la guerra económica. Ni hay paz en nuestro país ni
existe tan cacareada guerra económica.
Maduro ha recurrido a la artimaña del
estado de excepción, en complicidad con el corrompido TSJ, para poder tratar de
remendar los entuertos de una administración que convirtió nuestra riqueza en
la más atroz pobreza que cualquier persona viva en Venezuela pueda recordar. Con
ese estado de excepción sigue manejando nuestros recursos de una forma
discrecional. El problema con Maduro es que su mediocridad es tal, que depende
un podemista español (Alfredo Serrano Mancilla) que poco entiende de economía
para manejar las finanzas del país.
El colmo es una cúpula militar al servicio
del PSUV que deja en pañales a la promoción que tanto le gustaba a Chávez
nombrar y de la que Vielma Mora forma parte. Los castrenses fueron a unos
ejercicios que pusieron en evidencia que nuestras fuerzas armadas no entraron
todavía al siglo veintiuno. Solo se prestan, a través de la tristemente
desprestigiada Guardia Nacional, a la represión del pueblo desarmado y en
necesidad de manifestar su disgusto con la peor calidad de vida de los últimos
cien años.
La Asamblea Nacional, producto de la más
reciente manifestación del pueblo venezolano en rechazo a las políticas de
Maduro ha sido reducida y maniatada por una no separación de poderes agavillada
en contra del venezolano y la Constitución.
Esta hora negra que vive Venezuela debe
ser denunciada sin ambages y falsas posturas como lo que es: una dictadura
desalmada que mediante el hambre y el terror represivo ha reducido a la
población a la pobreza y la postración.
Administrada por una cúpula de herederos
corrompidos hasta los tuétanos, esta dictadura desdeña las necesidades del
pueblo para atender con benevolencia y servidumbre a los grandes capitales ante
los que no se atreven a proponer una renegociación de la deuda que les haría
perder el acceso a los pingües beneficios que estos mecanismos dan ante su
permisividad para el lavado de dinero mal habido.
Los venezolanos como un todo tenemos que
denunciar ante el mundo que en Venezuela se ha instaurado una dictadura y que
estamos en nuestro derecho de repudiarla y combatirla hasta conquistar la libertad.
@botellazo
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